miércoles, 5 de enero de 2011

Teoría del poema en prosa (III)


Una paloma a veces volando, -a veces junto a un vaso vacío-, trae un aire finísimo que roza el cutis del cristal. Y comienza aquí o en alguna otra parte, -tal vez porque acaso nunca se detuvo-, ese infierno de prójimo contra ti mismo, de espejo fragmentado que elude tu reflejo tras tu sombra. Esa voz secreta y omnímoda, provocadora, de las palabras en el eco del interior de tu cabeza. La obsesión, posada con garras de rapaz, en el centro del alma, picoteando las vísceras de Prometeo. La obsesión avanzando valiente entre las rejas del costillar. La cítara de la obsesión recabando los sueños que la razón no entiende.
A veces, una paloma volando trae tras de si una acumulación de nimbos, sacude y alza los estratos de la vida, te muestra la claridad total de la noche.
Tal es el porvenir
después del sufrimiento. (*)




(*)Antonio Méndez Rubio

lunes, 3 de enero de 2011

Un poema instantáneo



¡Esto me lo van a ir recogiendo poco a poco!
¡Todo! ¡¡¿Me oyen?!!
Cada jirón de vida que les condujo hacia el porvenir;
cada rastro de perfume que les haya devuelto algún instante de la infancia;
aquel rayo de sol que vieron fugarse entre las nubes, y lo escondieron bajo las hojas del helecho para en las horas negras del invierno calentarse;
cada mirada de amor furtiva, cada pensamiento alegre;
las briznas, hebras o filamentos;
cada semilla, viruta o átomo que pueda significar un sentimiento de felicidad.
Y, además, aquellos que se atrevieron a escribirlo, lo van a hacer, ¡palabra por palabra!
Sí,sí, ustedes, los tan egocéntricos, los tan ufanos de sus espíritus libres, ustedes los ¡Poetas!